Valdenuño Fernández acogió este fin de semana una de las fiestas más ancestrales de nuestra provincia, La Botarga, que tiene su origen en el siglo XVIII cuando desapareció un niño y todo el pueblo se afanó en su búsqueda, hasta que apareció milagrosamente en la iglesia.
Esta bonita historia se recrea desde entonces gracias a la implicación de todos los vecinos en general y, en particular, de diez jóvenes. Un grupo de ocho danzantes, la botarga y un tamborilero empiezan la búsqueda de ese Niño perdido en la mañana de cada domingo después de reyes casa por casa pidiendo los aguinaldos y danzando El Paloteo. Este ritual folklórico es de gran plasticidad visual y todo un espectáculo, es especial por la guerra de palos que representan sus danzantes al son del tambor y que viene a reflejar la lucha del bien y el mal. Su destino es la iglesia, donde el Santo Niño Perdido preside la eucaristía posterior y la danza en cuestión.
La fiesta continuó por la tarde con una procesión y la tradicional guerra de naranjas entre ese bien y mal presente en la vida. La rifa de una cordera, la anguila y un jamón, entre alguna que otra sorpresa. Entre esta ancestral tradición se incorporaron este año varias novedades, aunque no eclipsaron la esencia de la fiesta. El viernes por la tarde hubo un festival de rock en el bar La Plaza, que contó con los grupos Bee Convoy y Recopilation del Copón. El sábado, mercado medieval artesano, organizado por el Ayuntamiento y la empresa, Los Mercados de Narnia, y que contó con mas de una veintena de paradas. En él participaron personas llegadas desde todos los puestos de la geografía a vender sus productos.
